Uno de los errores más habituales es separar las prendas por colores, cuando en realidad lo que deberíamos hacer es separar primero la ropa atendiendo a la temperatura máxima a la que puede lavarse.
Una vez que tenemos claro a que temperatura se puede lavar cada prenda, podemos proceder a separar las prendas en función de su color, lavando por separado las prendas blancas de las prendas de colores intensos.
Solemos pensar que cuanto más jabón ponemos en la lavadora más limpias van a quedar nuestras prendas, pero ocurre todo lo contrario.
Un exceso de jabón nos lleva a hacer más gasto en productos de limpieza, a contaminar más el medio ambiente y además puede provocar que queden restos de jabón en la ropa, lo que puede generar irritaciones en la piel.
Con frecuencia solemos añadir lejía en los ciclos de lavado que llevan prendas con elásticos como los calcetines o la ropa interior. Este producto contribuye a que el elástico se degrade antes, haciendo que nuestras prendas adquieran pronto un aspecto viejo y desgastado. Lo más recomendable es usar otro tipo de blanqueantes menos agresivos.
A todos nos ha ocurrido que después de lavar y secar una prenda descubrimos que tiene una mancha. Mancha que seguramente nos va a resultar muy difícil de eliminar.
Para conservar adecuadamente nuestras prendas debemos dar prioridad a ciertas manchas (chocolate, grasa, tomate, etc.) y proceder a su lavado lo antes posible.
Aplicando los cuidados adecuados al hacer la colada, nuestra ropa estará limpia y nos durará mucho más.