La lavandería doméstica ha dejado de ser percibida como algo extraño por parte del consumidor nacional y ahora se ha convertido en uno de los establecimientos más visitados por personas de todo tipo y condición.
Hace siete años era difícil encontrar establecimientos de este tipo en la geografía española y hoy en día lo es que es difícil es encontrar un barrio que no disponga de su propia lavandería doméstica.
Este negocio facturó el año pasado unos 80 millones de euros a través de unos 1.500 establecimientos. Pero ¿qué ofrecen estos establecimientos para haber crecido tanto en tan poco tiempo?
La respuesta es sencilla. El cliente que acude a una lavandería automática obtiene un doble ahorro, en tiempo y en dinero.
El ahorro en tiempo se puede comprobar muy fácilmente, puesto que el cliente puede lavar y secar la colada de toda la semana en apenas 45 minutos, mientras que realizar esta labor en su casa con una lavadora y una secadora de tipo doméstico le costaría más del doble de tiempo.
El ahorro de dinero puede ser más difícil de apreciar en un principio, pero los consumidores poco a poco se dan cuenta que hacer su colada en una lavandería doméstica les permite lavar cada kilo de ropa por apenas unos céntimos, algo que sería imposible de conseguir en casa.
En cada lavado hay que sumar coste del agua, coste de la electricidad, jabones y detergentes utilizados y además amortización de la lavadora. De forma que lavar en casa al final sale por varios euros el kilo de ropa.
El ahorro de tiempo y dinero han sido suficientes para que este modelo de negocio haya triunfado, pero no se queda aquí.
Estos establecimientos ya están buscando nuevas maneras de mejorar los servicios que ofrecen al cliente, lo que lleva a pensar que de cara al futuro todavía habrá más gente que hará la colada fuera de casa.